SEMANA 2
Generar conocimiento
Santiago Ballén
Esta segunda clase iba igual de preocupado sobre la
posibilidad de llegar tarde. En aproximación, el bus me dejó en la entrada de
Ad Portas a las 9:05 de la mañana. Tenía un minuto para lograr entrar al salón.
Mi mente iba a suficientes revoluciones mientras me abría paso entre las
personas. Logré llegar a las 9:10 a.m., según mis recuerdos.
Es curioso que uno puede reconocer a las personas que van
tarde. Son estudiantes que dan zancadas largas, miran fijamente hacia el frente
y su cara grita “desesperación”. Creo que así me deben de percibir los demás.
El salón estaba en un 95% de su capacidad. Hice un escaneo
rápido para encontrar a mis amigos. “Buenos días”, dije con voz baja. Este día
me tocaba en la ventana. Siempre he pensado que aquellos salones son un foco
para la distracción. La primera clase había visto a Mapusa. “Esta ventana,
seguro, me va a distraer”, pensé. El profesor se dispuso a leer un par de
bitácoras de mis compañeros. Quería que leyera la mía, pero no me atreví a
levantar la mano. Creo que escribir es un arte. El arte de generar realidades a
través de palabras. La escritura es todo un misterio para mí. Mi sueño es poder
escribir con las siguientes características: Conciso, con prosa y con una voz distintiva.
Sé que nadie me preguntó, pero lo quería mencionar.
No recuerdo lo que escribieron mis compañeros. Debo aceptar
que solo puse cuidado a la primera lectura. “Punto, punto, coma. Yo hubiera
puesto punto”, le mencionaba a mi amigo Gabriel. No soy un experto en ortografía,
aunque sí pretendo serlo en un futuro cercano. Desde que entré a esta Facultad,
la ortografía se convirtió en una parte esencial de mi comunicación escrita. Hasta
en WhatsApp intento manejarla. Soy de esos que escribe con dos signos de
interrogación y corrijo en mi mente a los demás. Sí, soy culpable.
Gabriel me dijo que también quería que leyeran su texto. “Tú
lees la mía y yo leo la tuya”, me dijo. Me entregó su celular y yo le acerqué
mi computador. Ninguno de los dos leyó. El profesor terminó la actividad de
leer las bitácoras y nos explicó que era importante la Cultura del registro,
debido a que es una manera de gestionar el conocimiento. Debo decir que estoy
de acuerdo; sin embargo, se ha vuelto un reto para mí hacer esta actividad. Creo
que registrar termina siendo un poco tedioso. Tal vez es porque no estoy acostumbrado;
supongo que a final de semestre tendré una opinión definida. Jorge Luis Mazo
habla sobre la Cultura del Registro como una necesidad preexistente en la
humanidad. Hoy en día existe un auge de información, las nuevas tecnologías nos
han permitido registrar todo mucho más fácil. No obstante, no son la causa,
puede que sean una consecuencia. Me refiero a que los seres humanos sentimos la
necesidad de entender el tiempo y que este no se escape de nuestras manos. La
escritura ha sido una manera de mantener espacios en el tiempo, entendiendo que
son solo símbolos.
“Leer nos permite ponernos en zapatos del otro”, escribí en
mi cuaderno. No recuerdo porque tengo esta frase, pero concuerdo con mi yo del
pasado. La escritura nos permite expresas sentimientos, paradigmas y
pensamientos. Nos permite crear realidades para que otros las vivan y las
conozcan. Es impresionante como la lectura te lleva a imaginarte cosas y te
genera emociones. Algo que puede parecer tan simple es a la vez muy complicado.
Me he puesto un poco filosófico, pero para quienes me conocen de verdad, saben
que me gusta reflexionar. La vida es magnifica como para no parar y pensarla.
Volviendo al tema de la clase. El profesor nos mostró un
video de cómo responder en una discusión. Llamó de inmediato mi atención. Hace
varios meses he venido viendo en TikTok cuentas de personas que analizan el
lenguaje corporal, analizan psicológicamente al ser humano. Así que poder leer
a tu oponente en una discusión es algo que sin duda estudiaría. El video no
decepcionó, tenía un gran contenido. Pero debíamos analizarlo a la luz de “La escalera
del conocimiento”, me doy el permiso de llamarla así. En primera instancia, analizar
lo explicito, el contenido literal. En segunda instancia, leer entre líneas,
deducir e interpretar. En tercera instancia, relacionar, conectar, complementar
la información, no quedarte con lo que te dan, sino buscar más. Y, por último,
el piso analítico, crítico y propositivo. Un nivel en el que cuestionas y
piensas, tienes que ver más variables, más alternativas. “Generar conocimiento”,
diría Cobos. Yo le agregaría dos escalones. Pensaría en el compartir el
conocimiento. No hay nada más interesante que discutir un tema aprendido, es un
gran deleite. Además, confío en que enseñar te permite aprender. Por otro
lado, pensaría en un nivel de actuar o interiorizar. Hacer de ese conocimiento
un aspecto nuevo de tu realidad. Poder integrarlo a tu archivo de memoria y actuar.
Pero bueno, no soy un gran académico, así que, lo dejaré ahí.
Realmente me he perdido del tema principal. Regresando a la
clase, puedo recordar que creamos un blog para nuestras bitácoras, las cuales
tendremos que compartir en Twitter. El profesor Sebastián se toma en serio su
trabajo de alejarnos de la zona de confort. Copiar el link, decir “Buenas
tardes”, mencionar el usuario del profe y twittear. Esa será mi próxima acción
después de terminar las 1000 palabras de este querido texto.
Me pregunto si este texto será leído por alguien o se
quedará siendo ceros y unos en la red. Lo importante es que he ejercido mi capacidad
de lenguaje y comunicación. No sé cómo terminar la bitácora, me quedan poco
menos de 30 palabras. Terminaré con una frase que, tal vez, suene muy bella,
pero no tenga un sentido en la primera leída: “El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no
se puede explicar “, Gabriel García Márquez.
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